Sólo si cambiamos básicamente nuestros actos y pensamientos seremos capaces de superar los grandes peligros globales y los grandes desafíos, y de evitar una destrucción mundial. Tenemos que ser conscientes de que nuestro planeta es un organismo vivo y nosotros somos sus partes vivas.
Cada vez está más claro que nosotros somos partes de una red muy compleja que reacciona muy sensiblemente a influencias y valores humanos. Por eso es inevitable que todos tengamos la responsabilidad, dentro de nuestras posibilidades, individualmente y colectivamente. Hasta ahora el valor de los humanos estaba guiado por logos y estaba enfocado hacia la conquista y el consumo, ahora los procesos de maduración de los individuos y de la colectividad están en el centro de un nuevo inicio evolutivo. Necesitamos humanos llenos de entusiasmo y de valor que a pesar de la opinión tradicional, abran nuevos
caminos creativos y que trabajen por un nuevo conocimiento para el mantenimiento de nuestro mundo. No solamente políticos, economistas, científicos, etc., sino también filósofos, psicólogos, médicos, sanadores, artistas, todas las personas que apoyan el proceso de maduración interna de los seres humanos. Erika Schäfer nos enseña uno de sus caminos en su libro. De una manera impresionante, ella enseña
cómo el alma del hombre puede ser tocada por una terapia extraordinaria y cómo el sufrimiento más duro, la violencia o la falta de respeto pueden ser transformados en amor, cómo perpetrador y víctima están implicados uno con otro y cómo todos somos una parte de la gran totalidad.