Uno de los reclamos usuales a los seguidores de la psicoterapia gestáltica es que su filosofía y técnica carecen de un sustrato teórico que las sostenga. Siendo el autor discípulo de Fritz y Laura Perls, Isadore From, Paul Goodman y Paul Weiss en la década de los años 60, despliega un abanico de argumentos basados en la psicología de la forma, la teoría de campo y el holismo que deja sin palabras a la crítica cientificista. Consta de un apéndice de autoterapia extractado de la 1era parte del clásico libro Gestalt Therapy de Perls, Hefferline y Goodman.
El atractivo de la Terapia Gestáltica californiana de los años 60 no se ha perdido del todo, a juzgar por la gran cantidad de libros en circulación referidos a ella. Sin embargo, la riqueza de su enfoque práctico hacia la psicoterapia y la resolución de los avatares comunes a la vida puede verse empobrecida si no se produce una fecundación que la adecue a esta época de fin de siglo. Nada mejor para ello que volver a sus orígenes y fundamentos.
A diferencia del pasado en que se reconocía a la Gestalt sobre todo por sus técnicas, hoy en nuestro medio es comprendida como un enfoque práctico hacia la psicoterapia y basado en una visión orgánica y holística de la persona y sus procesos. Esto acarrea naturalmente una actitud ante la vida y la psicoterapia en la relación diaria paciente-terapeuta, que ha producido un vuelco en casi todo el quehacer psicoterapéutico, incluido el inspirado en otras escuelas.
Al final se incluye un apéndice de 48 páginas, denominado Autoterapia Gestáltica, que contiene una serie de once ejercicios de contacto y toma de conciencia que pueden ser usados para descubrirse y crecer.