Los autores de este libro cruzamos nuestros caminos por primera vez hace más de veinte años y ya entonces una de nuestras preocupaciones eran las vacunas y los problemas de salud que estaban creando a través del miedo y la ignorancia que sus defensores se encargan de promover.
En aquel entonces, nuestras inquietudes profesionales o intelectuales nos ayudaron a estar despiertos ante conocimientos a contracorriente.
Ahora, pacientes y alumnos, pero muy especialmente los hijos de los que hemos tenido el privilegio de aprender, nos han confirmado nuestras razones de la cabeza con razones del corazón: la vida se impulsa a sí misma, la naturaleza es sabia si no nos entrometemos, los mamíferos humanos compartimos con el resto de los seres vivos capacidades aún por conocer y comprender, y la guerra contra los microbios incluidas las guerras preventivas son, como dice el gran biólogo, maestro y amigo Máximo Sandín, autodestructivas, y ello por la simple aunque misteriosa razón de que todos estamos integrados en la red de la vida.