Su nombre científico es Salvia Apiana; viene del latín salvare - curar. En la Europa celta, la utilizaban los druidas para incrementar su sabiduría y durante sus rituales de sanación y de protección. En América, muchas culturas amerindias de la costa oeste de EEUU purificaban cuerpo y espíritu gracias al gran poder de la salvia blanca; quemaban hojas y el humo blanco resultante servía para bendecir y limpiar tanto personas como objetos. Finalmente la salvia blanca es una planta medicinal reconocida.
Coloca el atado de salvia en cualquier superficie de quema a prueba de calor como un quemador cerámico. Enciende el ramillete acercando una llama hasta que comience a humear. Si la llama crece, solo agita el ramillete suavemente o dale unos golpecitos sobre un plato hasta que se apaguen las brasas y vuelva el humo.
Cuando haya un flujo agradable de humo, usa tu mano para dirigir el humo sobre tu cuerpo desde los pies hasta la cabeza, y luego hacia abajo de nuevo. Al hacer esto, visualiza el humo quitando con ello cualquier energía negativa de tu vida, cualquier oscuridad o enfermedad .
Mueve el humo por todos los rincones, a través de las puertas y en los espacios de sombra. Una vez que el espacio haya sido limpiado, permite que el paquete de salvia termine de quemarse o se apague por sí mismo.
Es bueno advertir que la salvia tiene un marcado aroma cuando se quema, así que si eres nuevo en esta práctica, intenta tener la mente abierta al respecto, los beneficios son increíbles.
Ideal para:
Cuando te mudas a un nuevo hogar.
Cuando comienzas un nuevo empleo o inicias tu propio negocio.
Antes y después de recibir a un cliente en tu casa.
Antes y después de una sesión de yoga o de curación.
Después de una discusión o cualquier enfermedad.