La falta de madurez es el mal de nuestra época y la incapacidad de madurar, la enfermedad de nuestro tiempo. El hombre se ha convertido en un extraño respecto a su propio ser. Pero le anima la nostalgia de su ser esencial. Hay que abrirle la puerta de acceso a la unión con su primer origen y mostrarle el camino y la práctica del ser esencial. Por Hara, los japoneses entienden el hecho de poseer un estado de ser que implica a todo el hombre, permitiéndole abrirse a las fuerzas y a la unidad de la vida original, así como manifestarlas, tanto por medio de la disposición y realización de la vida, como por el sentido que se le otorgue.