La vieja civilización ha muerto, asesinada
con saña. El nuevo orden del mundo
ha proclamado la muerte del espíritu y la
condena de la Historia.
En un paisaje sin Dios ni identidad, el dinero y la
técnica imponen su dominio. La religión es un sucedáneo
y la democracia una pantomima. Sin embargo,
el nuevo poder se pudre acosado por el dolor y la
muerte. En esa opresiva atmósfera, los últimos hombres
libres alimentan su disidencia. Las trincheras de
la verdadera resistencia se levantan más en el campo
del espíritu que en el de lo político. Frente a la gran
máquina de una ciudad sin alma, se anuncia algo más
profundo que una nueva revolución.
El final de los tiempos es una novela futurista, pero
no es ciencia ficción: se trata en realidad de una alegoría
de nuestro propio tiempo. Como dice el Marqués
de Tamarón en su prólogo, ?una alegoría política del
presente y barrunto del futuro, y un relato de aventuras,
y una historia de amor, y una descripción, a veces
cómica, de la estupidez suicida del género humano?,
y además, ?una búsqueda de lo sagrado?. La peripecia
de los protagonistas se desenvuelve en una acción
trepidante donde la intriga y las maniobras de poder
se combinan con un código simbólico que el lector
descubrirá poco a poco. Una crítica global del mundo
contemporáneo que irritará a los conformistas y estimulará
a los disidentes. Quizá el final de los tiempos
ha comenzado ya.