Orencio Menéndez de Medici, último descendiente de la otrora poderosísima dinastía de los Medici, que llegó a contar con varios Reyes, banqueros y Papas, heredó de su tía una propiedad en la isla de San Andrés. Y se desplaza hasta allí para venderla. Es entonces cuando empieza un periplo que le lleva a ser perseguido por la CIA y a convertirse en la obsesión del mismísimo Rockefeller.
Orencio es la única persona en el mundo que sabe dónde se ocultan las Tablas de la Ley, el Arca de la Alianza, un proyectil artificial extraterrestre, un dron intergaláctico, el objeto más valioso del mundo capaz de producir energía ilimitada y gratuita...
En aquella mágica isla caribeña, conoce a Marta, una mujer de Madrid con la que vivirá una aventura trepidante antes de desaparecer sin dejar rastro.
Bueno, pues mi hermano Esteban ha caído en esa tentación, yuna parte de su libro obedece a sus beneméritos deseos de denunciar el desastreecológico y el poder de esa clase dominante internacional que puebla laliteratura apocalíptica que tanto gusta al lector contemporáneo. ¿Será verdad que al mundo le quedan cuatrotelediarios? ¿Morirán nuestros hijos achicharrados como San Lorenzo cualquierdía al salir del cole?
En un libro anterior, "El Gobierno mundial, enjundiosoy abracadabrante, ya se extendió sobre estos temas poniendo a parir, entreotros, a Don David Rockefeller, protagonista ahora de uno de los capítulos deeste nuevo libro, en el que vuelve a salir malparado y con la taleguilla rota.Por eso, cuando empecé a leer este relato, me asaltaron serios temores de queel autor hubiera sucumbido a la pía pretensión, ya nos alertaba Nietzsche, decreer que la fría razón puede dar cuentadel mundo, temores que afortunadamentese han ido disipando a medida que me sumergía en el asunto. Y es que Esteban, si bien el alegato apocalípticoestá siempre presente, inspirado por una musa competente se ha dejado llevarpor su instinto de lector y ha desarrollado una historia trepidante, donde laintriga se impone al discurso y las vueltas y revueltas de la acción empapuzan allector en la incertidumbre. Y además se permite, con desparpajo que me dejaestupefacto, construir su relato como una estructura percepcionista donde latrama se desvela a lo largo de cuatro capítulos planteados como monólogos desdeel punto de vista de cada uno de los personajes.
No voy a entrar en detallesdel argumento, eso se lo dejo al lector, pero sí diré que el libro se lee de untirón y que, quizá sea mi único reproche, se queda uno con ganas de saber másdel final. La humanidad puede respirar tranquila, porque Rockefeller no haconseguido apoderarse del cilindro que un Dios alienígena legó a los humanos,pero quizá este no sea más que un respiro momentáneo. El codiciado tesoroparece estar por ahora a salvo en un plácido paraje de Tabarnia, pero losadictos al Telediario sabemos que esa locación idílica puede estar viviendo susúltimos días felices, amenazada por la horda independentista que afila susarmas dispuesta a iniciar el camino a Sarajevo. ¡Vaya lugar para esconder elpastel!