Despedirse es una experiencia cotidiana.
Despedimos a nuestros niños cada mañana cuando se van al colegio.
Al terminar la jornada, nos despedimos de nuestros compañeros y compañeras de trabajo.
Pero hay despedidas que pueden ser experiencias límite, pues se presentan al principio y al final, con el nacimiento y la muerte.
Anselm Grün parte de lo cotidiano para lanzarse a la profundidad de esas despedidas, tan radicales que pueden ser puertas a nuevos mundos.
Como dice el propio autor: "Aun en la muerte hay vida.
Y también la vida, con su continua transformación, está determinada por un morir: morir y llegar a ser, despedirse y proseguir, es ley de vida".